28 ene 2012

El misterio de la casa de al lado 2


2- Nocturno.

Pero una noche, me desperté sobresaltado, no podía respirar, me incorporé en la cama, de pie, desnudo y empapado en sudor contra la ventana, intentando en vano insuflar aire en mis pulmones, pero mis roncos intentos parecían vanos, el aire no entraba: Un ronco gemido de entrada acompañado de otro más angustioso de salida, una vez tras otra, me decían claramente que me estaba asfixiando.

La persiana no estaba bajada del todo y pegado casi al cristal pude ver el paisaje nocturno, la masa oscura y arbórea, un recuadro enrejado amarillo, casi naranja. Había luz en la casa.

Me sobresalté y fue entonces cuando mis bronquios se expandieron dando paso a una bocanada de verdadero aire. Al recobrar el aliento miré agradecido de nuevo hacia fuera. Pero solo vi sombras. Nada más. Perplejo me fui al aseo, y me limpié la garganta y la nariz atascadas y volví a la cama, pensando seriamente en que no debo fumar, esto solo me pasa cuando fumo, aunque a decir verdad, tenía un pelo en la garganta.

Me dormí con ardor en el pecho, pero luego, sentí como si mi cuerpo se hubiera liberado por completo y una paz infinita me transportó al mundo de los sueños, y allí estaba ella.

Oculta por un velo negro traslucido su cuerpo se mantenía quieto en la estancia,  una habitación pequeña y desnuda, iluminada por la luz anaranjada de las velas que se consumían en las esquinas, provocando sombras que impedían dibujar con exactitud ese limbo.

El suelo polvoriento conservaba restos de cosas indecibles, como fragmentos de ladrillo o botellas, maderas o tal vez trozos de tejas… podía verla claramente en aquella habitación bajo un cielo estrellado que se filtraba a través de las vigas del techo.

Ella miraba directamente a la ventana, y aunque yo no podía ver sus ojos, sabía que eran negros como la noche, brillantes como la luna y que estaban mirando a través de la enrejada ventana de la casa de al lado, directamente a la ventana de mi dormitorio.

Continuará.

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