16 feb 2012

El misterio de la casa de al lado. 4


Grafiti.

El primer grafiti me saludó con su ordinariez, me invitaba a entrar o me echaba de allí.
Es curioso pero, no improbable dado mi eclecticismo, me gustan los grafitis, los que están bien hechos, los trabajados, los divertidos, los personales, incluso esa mezcla de trazos entremezclados de colores imposibles entre sí de muchas manos anónimas y botes de spray tienen su cierta gracia. 
Pero no solo la pintada, esa impronta furtiva y clandestina que tiene un sentido estético en sí mismo, es la pared donde está plasmado, el entorno, el edificio lo que le da el encanto plástico y artísticamente subversivo. Eso es lo que realmente a mi me emociona. Grafitis sobre viejas superficies, usadas, cascadas. Odio ese grafiti asesino de paredes limpias en edificios nuevos, recientes, es un insulto no solo a la superficie en “blanco”, sino también a las personas que han trabajado para construirlo.
La superposición de los trazos de color sobre ciertas ruinas, trazadas sin escrúpulo alguno, homogeneizando superficies, sean estucado, ladrillo o cemento, marco de ventana o puerta. Reclamando un lienzo más grande, los convierte en auténticos motivos plásticos. Me encanta verlos en la carretera, llenando de color los edificios abandonados, las fachadas viejas, las vallas ondulantes y desvencijadas, rescatándolos con su color de la grisalla del olvido.
Me fascinan, independientemente de la pintada,  la decadencia y el paso del tiempo sobre las paredes como texturas aleatorias recreadas por la casualidad  y el abandono. Desconchones, mugre, moho, ventanas rotas, restos extraños en el suelo. Pistas inconexas de un pasado más feliz. Y me pregunto:
¿Qué pasó, porque lo dejasteis acabar así, no lo cuidasteis… no tapasteis sus grietas, no secasteis sus humedades… y lo abandonasteis a su suerte?
Una casa abandonada es como una persona solitaria y desamparada, como un perro sin amo, como un árbol sin agua… se va degradando lenta e inexorablemente hasta que no es ni la sombra de lo que fue. Esas manchas de color no son un insulto, sino un homenaje.
Como dije antes, el primer grafiti era una advertencia para todo el incauto y extraño que penetrara en el recinto, entra por tu voluntad y asume tu propio riesgo.
¡Jodete!
No me había ya jodido bastante, no habíamos jugado la vida y yo demasiadas veces a la ruleta rusa, y otros fuegos peores. Me reí, amenaza burla y rabia, quien lo había pintado había sentido todo eso, aparte de insatisfacción. Probablemente cuando acabó de hacerlo se sintió mucho mejor.
Es curioso como la creatividad y el arte son capaces de sublimar las más terribles y oscuras pasiones y sentimientos humanos en algo bello y arrebatador. Por eso las mejores canciones de amor, hablan de desamor.
Los violentos, ante el odio la tristeza y la frustración, destruyen, el artista crea.

Continuará.

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